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10 DE JUNIO: ¡FELICES FIESTAS PADRE ETERNO DE SOROCHUCO!

En Sorochuco, miles de fieles acuden todos los años a rendir homenaje al santo patrón de este hermoso distrito celendino. El Padre Eterno desde hace casi dos siglos, se ha ganado el fervor, la devoción y pleitesía de una multitud de creyentes, quienes acuden desde muy lejos para acompañar y ser partícipes de las diferentes actividades que enaltecen esta apoteósica fiesta patronal.
En este distrito una legión de creyentes rinde pleitesía a una de las imágenes más veneradas de la región Cajamarca. La fe católica de todo un pueblo se hace presente cada mes de junio en las diferentes actividades religiosas y sociales que se conmemoran en nombre del Padre Eterno. Su día central de celebración, el 10 de junio de todos los años. Por esas fechas, todos sus creyentes acude hasta el pueblo de Sorochuco devotamente para ser partícipes de las novenas, vísperas y día central, renovando su fe en tan venerada imagen, tallada de un madero, según cuenta la leyenda.

 SU HISTORIA: El comienzo de la veneración al Padre Eterno, Patrono del distrito de Sorochuco en la provincia de Celendín, hace que nos traslademos a estos lares allá por el año 1822, cuando Sorochuco tenía la denominación de San Francisco de Sorochuco. En aquellos tiempos en estos predios y junto al pantano de Yanayacu, vivía don Tomás Atalaya, un campesino humilde pero un ejemplo de valorar, en una humilde casa construida de adobe y paja, junto a su esposa, también una humilde y modesta mujer en aquel vecindario, con quien por cierto, don Tomás no pudo tener descendencia, pero la pareja se mostraba conforme con la voluntad divina. Dios se había fijado en esta pareja modelo de vida cristiana, en especial porque compartían lo poco que tenían.
Cuenta la leyenda que la señora a menudo recorría los campos para recoger leña para preparar sus alimentos. En medio de un bosque cierto día encontró un buen tronco de cedro, un poco pesado, por lo que en uno de los pollinos que tenía la pareja, trasladó el madero hasta su casa y el pesado tronco fue a parar al altillo de la casa por un buen tiempo.
Uno de esos días de invierno a la pareja se les acabó las reservas de leña. La mañana de aquel día lluvioso don Tomás recorrió los matorrales y lo único que logró encontrar fueron chamizas mojadas. La esposa de don Tomás se acordó de aquel tronco que guardaban en su altillo, por lo que ordenó bajar el tronco de cedro para rajarlo y así preparar su almuerzo.
Al dar el primer hachazo en el tronco, grande fue la sorpresa para don Tomás. Del corte hecho brotó sangre y también se percibió una fragancia muy agradable, semejante a la mirra de los altares. La devoción religiosa de la pareja hizo que guardasen el tronco de cedro en sus altos. El rumor rápidamente se extendió por todo el pueblo, unos decían que lo ocurrido era cosa de santos, que era obra de Dios, mientras que otros mencionaban que Sorochuco estaba bendito.
La leyenda también cuenta que trascurrido cierto tiempo, llegaron hasta este lugar dos jóvenes muy apuestos que se presentaron como carpinteros escultores en busca de trabajo. Don Tomás los cobijó por unos días, dándoles comida y sitio para descansar. Luego de varios días de silencio, las visitas enterados de lo ocurrido se ofrecieron esculpir una imagen del madero al ya anciano Tomás diciéndole: "sabemos que tienes un madero que es bueno para hacer santos, te podríamos tallar uno, no te costará nada, sólo es necesario que nos des un cuarto con una mesa y nos alcances la comida por la ventana. ¿Qué dices?”. El noble sorochuquino aceptó la propuesta sin poner objeción alguna.
Habían transcurrido cinco días, por lo que don Tomás se empezó a preocupar. Así que decidió abrir la puerta y al entrar en el cuarto, de su interior emergió un hermoso resplandor, acompañado de un delicado perfume, cual si todas las flores sorochuquinas hubiesen vertido su aroma en aquel apacible rincón.
En efecto, allí dentro, en una visión fantástica don Tomás encontró la imagen de un anciano con dos ángeles a sus pies, una inscripción "Padre Eterno" y la comida intacta sobre una silla. Es por eso la creencia de que la sagrada imagen fue tallada por dos ángeles, pues en el interior de la sala de los escultores nunca más se supo de ellos, al contrario se cree que los escultores son los ángeles que se ubican a los pies de Padre Eterno. Aquel día, cientos de pajaritos con sus alegres cantos anunciaban la grata noticia al pueblo de Sorochuco. Don Tomás llamó a todos los vecinos y se hizo una gran fiesta. Ese día mágico era el 10 de junio de 1822. Desde entonces el Padre Eterno fue proclamado como el patrono del pueblo de Sorochuco y a su fiesta asisten devotos de todo el Perú y el extranjero. También se dice que muchas veces el Padre Eterno sale a visitar a sus fieles, disfrazado de un anciano pordiosero. Así lo relató doña Felipa que vivía muy lejos de Sorochuco. Ella refirió que al estar presente en la Feria del Padre Eterno, reconoció al Santo de madera como el anciano que lo había visitado y a quien le había dado hospedaje.
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